Monterrey, desde el punto de vista histórico, se ha caracterizado por mostrar en sus edificios, de los cuáles muchos son valuarte de arquitectura urbana, un cúmulo importante de simbolismos con los que bien se puede interpretar la historia decimonónica de la ciudad y llegar a concluir la importancia que la misma tuvo para ese período tan vital en la conformación de México como nación.
El edificio que en la actualidad resguarda al Museo Metropolitano de Monterrey, es un vivo ejemplo de lo que se afirma en el párrafo anterior, ya que desde su conformación arquitectónica nos deja ver un diseño de vanguardia para la época y las necesidades que en aquellos años, finales del siglo XIX, se lograron solventar y que centralmente eran la de un edificio de importancia en el que se ubicará el poder político de aquella pujante ciudad.
Entendidos de esto y conocedores de la importancia que radica en torno a la edificación a lo largo de todos los años que ésta ha funcionado en pos del desarrollo humano de los regiomontanos, es que desde el año pasado se le vienen realizando una serie de mejoras en forma y fondo que van desde la pintura general del edificio, una eficaz impermeabilización hasta el diseño de una más amplia sala de exposición permanente que proporcione a sus visitantes una visión profunda de lo que ha sido la historia de la ciudad.
Tal era el tenor en el que se encontraba el edificio los primeros días de diciembre del 2007, cuando el día 12, tan significativo para el pueblo de México, lo fue también para los regiomontanos, ya que trabajadores que se encontraban levantando el piso de la plazoleta central del Museo Metropolitano, descubrieron una serie de osamentas que de inmediato atrajo la atención del Instituto Nacional de Antropología e Historia en su delegación de Nuevo León.
Los primeros hallazgos
Enrique Tovar y Araceli Rivera fueron los arqueólogos que arribaron al lugar para detener la obra con el afán de controlar y señalizar el área en la que se llevó a cabo el hallazgo, mismo que se conformó de material óseo, lítico, cerámico y misceláneo, cómo lo dieron a conocer a la comunidad tanto los investigadores como las mismas autoridades municipales lideradas por las autoridades del municipio de Monterrey.
Los trabajos iniciaron aquel mismo día en el sitio en el que aparecieron los primeros hallazgos: el ala norte del Museo Metropolitano de Monterrey. Ahí se planificó una excavación que duraría los siete días siguientes y que daría por resultado la detección de una cantidad importante de material cultural con el que se empezarían a trabajar las interpretaciones a partir de los datos que arrojaban los cimientos del edificio.
En una primera instancia se dio a conocer que las piezas de material óseo encontrado, se trataban fundamentalmente de animales como cabras, vacas y lo que parecieran ser muelas de venado, lo que inmediatamente despertó aún más el interés en el descubrimiento al saberse que este animal dejó de estar en la dieta común de los habitantes de esta región una vez que llegan los españoles, lo que abrió la posibilidad a la hipótesis de que lo encontrado en el lugar databa de época prehispánica. En relación a los restos de cerámica encontrados, se habló de que estos pudieron haber sido de artefactos utilizados para la cocción de los animales a los que pertenecían los huesos descubiertos.
Una vez que se hizo la primera recolección de material encontrado, la Dirección de Cultura, en nombre del Municipio de Monterrey, hizo la entrega formal al Instituto Nacional de Antropología e Historia delegación Nuevo León de los hallazgos para que estos recorrieran los cauces normales para su identificación ya con una base científica y así dejar de lado las especulaciones y darle forma al trabajo arqueológico que se iniciaba sin saber lo que tales exploraciones depararían.
Inician los trabajos formales
Ya terminado el receso que obligan las fiestas decembrinas, los trabajos arqueológicos se reiniciaron con un nuevo hallazgo, el cual consistió en estructuras de piedra que a parecer de los arqueólogos no son más que parte de las primeras construcciones sobre las que se desarrolló el actual edificio en el que se encuentra el Museo Metropolitano de Monterrey con lo que en palabras del arqueólogo Enrique Tovar, el encargado del proyecto, se empieza a determinar una historia distinta a la que hasta hoy se conoce sobre el edificio y el lugar en el que se construyó: Estamos encontrando pisos y muros que nos hablan de otra historia distinta del edificio.
El mismo Enrique Tovar, explica el reinicio y la estrategia que se llevarán a cabo con esta nueva fase del trabajo:
Estamos iniciando con el trabajo de dos pozos de sondeo, uno ubicado al norte en uno de los accesos y el otro está ubicado casi al centro del patio. Esos dos trabajos nos van a permitir reconocer algunos materiales cerámicos en su contexto y parte de cimentaciones… Las estrategias de trabajo son hacer pozos con medidas métricas ubicándonos espacialmente a través de coordenadas utm incluso. Se está dibujando, se está fotografiando y ese registro nos va a servir después para hacer las interpretaciones del trabajo resultante.
De tal forma, los trabajos de salvamento que iniciaban aquel 2 de enero del 2008 se extenderían hasta tres semanas para llevar a buen término las estrategias de trabajo definidas por el arqueólogo a cargo de la investigación.
Los nuevos hallazgos
Durante los meses posteriores al salvamento arqueológico la historia oculta de Monterrey continuó emergiendo, prueba de ello es que a principios de febrero del 2008 los investigadores del Centro INAH Nuevo León encontraron una noria de más de 12 metros de profundidad así como con un ramal de conductor de agua y elementos arquitectónicos de varias etapas de construcción anteriores al actual edificio.
El interés de la gente fue tal, que durante el receso vacacional de Semana Santa, las autoridades decidieron abrir al público este importante reciento acompañado de una serie de fotografías y charlas con los arqueólogos bajo el título: “Regia Arqueología”. Más de 4,000 mil visitante pudieron disfrutar de esta oportunidad única.
La conclusión de los trabajos
Después de cinco meses y medio de trabajo, los investigadores concluyeron la etapa de los trabajos de excavación en el patio central del Museo Metropolitano de Monterrey.
Entre el material que arrojó el rescate arqueológico se encontró del tipo lítico, hueso, así como tres ollas, dos cruces, restos de cerámica, restos de material óseo utilizado para la construcción de botones y carbón que serán analizados en las instalaciones del Centro INAH de la entidad; dando con ello inicio al trabajo de gabinete. En esta etapa, los trabajos seguirán a cargo de los arqueólogos Araceli Rivera y Enrique Tovar.
Cabe destacar que los hallazgos más recientes incluyen el descubrimiento de tres escalones de una construcción anterior en el ala nororiente.
A la par, el municipio colaboró con el proyecto proporcionando material de insumo para la excavación así como con la contratación de una arqueóloga y próximamente de un biólogo que apoyarán en la segunda etapa de la investigación. Como parte de este proyecto también se contempla posteriormente la publicación de un libro.
Con la conclusión de esta primera etapa, los trabajos de restauración del inmueble continuarán para reintegrar a la actividad cultural el patio central y en una siguiente etapa, integrar a al museografía de al menos una ventana arqueológica que muestre las diferentes etapas de construcción del inmueble así como elementos como la noria.
