Murió Chavela Vargas a los 93 años en un hospital de Cuernavaca. Hacía apenas unas horas había declarado en su cuenta de twitter que las personas como ella no mueren, sino que trascienden. Y era muy cierto.
Nacida en San Joaquín de Flores, Costa Rica, el 17 de abril de 1919, y radicada en México desde su adolescencia, comenzó a desarrollar su pasión por la música cantando en las calles a los 14 años. En 1960, cuando ya tenía 41 años, empezó a hacerlo de manera Profesional.
Admirada por algunos hombres y detestada por otros, solía llegar a cantinas con una pistola en la cintura y luciendo su voz ronca principalmente en canciones de José Alfredo Jiménez.
Los problemas de salud la acecharon desde pequeña. De niña enfrentó poliomielitis, y le atribuyó su recuperación a los brujos y chamanes que la trataron. Su pasión por estas figuras era tal, que siempre aparecía luciendo amuletos y talismanes realizados por ellos.
Seguramente hoy es llorada por famosos de la altura del cantautor Joaquín Sabina y el director de cine Pedro Almodóvar, dos de sus grandes amigos con los que compartió proyectos y parrandas.
Y de seguro también hoy le llora México, su segunda patria y en la que más lloró amargamente, más se emborrachó con tequila y más cantó con su ronca voz que ahora retumba en las alturas.
¡Larga vida a Chavela Vargas!