En cada época existe alguien que se siente inconforme con los cánones sociales y el siglo XVII no es la excepción. Tal vez no se llame Lady Gaga ni recurra a vestidos de carne cruda pero existen mil maneras de ser una rebelde sin causa. Religiosa, poeta y dramaturga mexicana, Juana Inés de Asbaje y Ramirez es considerada como la mayor figura de letras hispánicas en el siglo XVII, inclusive llamada La décima Musa.
Desde pequeña fue considerada como un prodigio por su talento y precocidad para aprender a leer y escribir. Antes de ingresar al convento de las Carmelitas descalzas fue dama de honor de la esposa del virrey Antonio Sebastián de Toledo, aunque realmente no presentaba gran vocación religiosa.
Sor Juana Inés de la Cruz
¿Por qué, entonces, insistió tanto en esa vocación? Ella misma lo autodefine como la decisión entre el matrimonio y una vida de libertad restringida donde podía seguir con su pasión por los libros. Es obvio la opción que eligió.
Una mujer fuera de lo común a la que le interesaba la lírica, las ciencias y los libros; una religiosa que convirtió su celda en un refugio para darle rienda suelta a sus mayores anhelos. Así lo hizo. Durante los 20 años que pasó en el convento de la Orden de San Jerónimo escribió numerosas composiciones como redondillas, endechas, liras y sonetos; muchas de ellas destacando temas amorosos y espirituales.
“Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón…” o “Queredlas cual las hacéis o hacedlas cual las buscáis” son pequeños fragmentos que nos muestran la forma en que ella percibía las relaciones amorosas. Tal vez no las vivió de primera mano, lo cierto es que desde entonces las relaciones humanas no han cambiado.
Entre las obras líricas se pueden desatacar poemas famosos como Primer sueño, un poema de 975 versos que ensalzaban el intelecto humano. De sus obras teatrales más célebres son “Los empeños de una casa” o “Amor es más laberinto”, todas ellas yendo de la comedia al drama.
sonetos
Uno de sus escritos más emblemáticos es “La respuesta a Sor Filotea de la Cruz” ya que esto sentó las bases de la liberación femenina que se viviría 200 años después.
Fue tal la pasión de esta mujer por la literatura que se dice que llegó a tener una biblioteca de 4,000 volúmenes, la más basta de América Latina en ese tiempo. Algo impresionante considerando las restricciones al estudio que se tenía para el sexo débil.
“Sin claridad no hay voz de sabiduría”
Esta mujer tan apasionada pasó su vida entera haciendo aquello que tanto adoraba hasta que la vocación religiosa que se había autoimpuesto terminó por marcar sus destino haciendo que pasara sus últimos días cuidando a enfermeras religiosas allá por el año de 1690, cuando en México azotaron pestes y hambruna.
Fue así que el 17 de abril de 1695 es un día marcado en el calendario de todos los amantes de la lírica, pues un día como hoy pero de cientos de años atrás murió La décima Musa no sin antes dejarnos grandes enseñanzas y sonetos que son una delicia para el paladar.
“Perfeccionad vos la obra con nuestro amor infinito, para que el fin de su vida no desdiga del principio”
