Petra la soñadora

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Cuento / Por Esteban Sevastian

En un pequeño poblado de México situado en la cima de las montañas vivía “doña Petra la soñadora”, así la apodaba el pueblo. Ella soñaba con ser una gran heroína. Desgraciadamente, el modelo de heroína que se había formado en la cabeza era proporcional a sus conocimientos, que no eran muchos. En su pobreza tenía para mal comer y mal vestir. Gustaba de matar neuronas de 4:00 de la tarde a 10:00 de la noche frente al televisor, obsequio de un gobierno bien “peinao”. La cima de su fe católica era la rosa de Guadalupe; su futuro, Amira; su lujuria, Rully y los futbolistas; sus heroínas, actrices de novelas como: Antes muerta que Lichita, La vecina… Y el sinónimo de verdad de su mundo: Dóriga. A menudo escuchaba “a la Jenny Rivera” para sentirse “bien chingona” en la vida y en el amor. Ésta era su cultura y la anestesia de su vida infeliz. Decía a menudo, cruzando los dedos: “Un día seré heroína como señorita Laura, Carmelita Salinas, y chula como “La gaviota” y qué juera yo a dar por ser diputada o mujer del guapu Peña”. Un día, después de espantar moscas de su plato de frijoles, se encantó frente al televisor. De pronto su imaginación se volvió su mundo real, se miró como una sexy heroína, de pelo ondulado y rubio, su enorme lonja había desaparecido. Su sueño la situó de pronto en un vagón, donde una gran explosión destrozaba el tren, quedando todo en un obscuro túnel, entre el humo, el fuego y los gritos. La heroína se miró saliendo del caos, con las medias rotas y una leve herida en una de sus torneadas piernas, ayudaba a un hombre herido por el fuego. En el sueño, aquel hombre que auxiliaba se desmayó en brazos de la heroína, momento en que descubrió que era su ex-esposo Rutilio, quién hacía más de veinte años la engañó con una extranjera, y sin pensarlo, la heroína le propinó dos cachetadas de odio fermentado por los años. Fue el golpe tan duro que casi despierta al mundo real. Después, soñó que llevó a Rutilio al hospital, el cual al recobrar la conciencia y darse cuenta de todo lo sucedido quiso regresar con su ella.

En el encantador sueño, Petra irrumpió en el cuarto del hospital de su ex-esposo, con un escotado vestido rojo, en brazos de su nuevo esposo, Sebastián Rully, éste rodeaba su cintura delgada y sexy con sus enormes brazos. De pronto el actor la sujeto y la miró comenzando un corto camino hacia sus labios y, a segundos de concluir su romántico beso, le gritó su realidad sudorosa, moreno, chaparro y con aliento cervecero: “¡Petra!, cabrona tengo hambre y pos´ aquí hay puras moscas”. Ella en un convulsionado susto le grita: “¡Pinche Rutilio!, ni en el sueños me dejas ser feliz, cuando no chingas tú, chingan los pagos”.

––Con López Obrador taríamos mejor ––contestó Rutilio, mientras se rascaba la entrepierna.

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About Author

Esteban Sevastian

Mi nombre es Esteban Sevastian Valencia, nací el 25 de enero de 1986 en Santiago Tangamandapio, Michoacán. Vivo en Cd. Benito Juárez, N.L. Estudié filosofía en el seminario de Monterey donde actualmente estudio teología.

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