La presencia de Newton en la vida diaria (3): Los gigantes

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Los gigantes (la física aristotélica)

La filosofía griega marcó el interés de los estudiosos, al final de la Edad Media, a través de traducciones árabes. Diferentes formas de ver el mundo regresaron a Europa; Aristóteles se hace presente en la mente de muchos a través de sus libros, convirtiéndolo en preocupación por parte de la Iglesia. Fue Santo Tomás de Aquino quien, en el siglo XIII, decidió sistematizar su filosofía dentro de los cánones de la teología cristiana.

A continuación, de manera general, se revisará la parte de la obra aristotélica relacionada con el estudio del mundo físico.

El movimiento.

Son dos los tipos de movimiento: el natural, cuando el objeto regresa a su “lugar natural”, y el violento, el forzado a moverse en contra de su “lugar natural”; así, un principio de la naturaleza es que todos los cuerpos están en reposo o tienen un movimiento natural o violento. El movimiento se genera sólo si existe una causa (un motor, una fuerza): por ejemplo, un cuerpo cae porque se dirige a su “lugar natural” con una velocidad que depende de su peso.

Se lanza un objeto hacia arriba; su movimiento es violento, se aleja de su “lugar natural”; el motor está lejos; cada vez más lento, se detiene, cae; por su pesadez, la velocidad aumenta; regresa al centro, a su “lugar natural”.

El vacío.

Para Aristóteles, la materia es continua, por lo cual, el vacío no puede existir. Esta idea es contraria al atomismo, propuesta filosófica de los siglos V y IV a.C., en la cual se afirma que la Naturaleza está hecha de partículas cuyas formas geométricas generan las propiedades de la materia. Una razón que confirma la inexistencia del vacío, es que si los cuerpos no llegan a tocarse, nunca podrán moverse.

Es importante hacer notar que un objeto no se contrae por tener lugares vacíos en su interior, sino por la expulsión de su contenido, como el agua o el aire.

El Universo.

La Naturaleza está formada por cuatro elementos: la tierra, el agua, el aire y el fuego.  Una propiedad intrínseca a los cuerpos, en el espacio, es la pesadez. Lo más pesado debe caer al centro del Universo, es decir, a donde se encuentra la Tierra, lugar absolutamente pesado. La Tierra es esférica, tiene la figura geométrica perfecta, representa lo absolutamente pesado; así debe ser, porque es el centro del Universo. De esta manera, se deduce la existencia de dos direcciones de movimiento, hacia el centro y hacia afuera.

El fuego, por lo contrario, es lo absolutamente ligero, siempre se mueve hacia arriba.

Las demás componentes de la naturaleza tienen diversos grados de pesadez y ligereza, dependiendo de la cantidad de tierra y fuego que contengan.

Ptolomeo, por el año 150 d.C., cuya obra fue redescubierta en el siglo XIII, propone un complejo modelo del Cielo basado en la cosmología aristotélica. Coloca a la Tierra como punto de observación y centro del Universo. Alrededor, giran la Luna, los planetas, el Sol y las estrellas, todo fijo sobre superficies exteriores que rotan en círculos (de nuevo el círculo, la figura perfecta, la trayectoria del “movimiento natural” de los astros). El modelo es complejo, es necesario describir los retrocesos que ocurren en ciertas partes de las órbitas de los planetas; para ello, define círculos dentro de círculos, es decir, epiciclos y ciclos (órbitas parciales dentro de órbitas totales).

El Universo de Aristóteles y Ptolomeo es “cristianizado” por Santo Tomás: más allá de la esfera exterior que fija las estrellas, está la causa final, el “motor inmovible” ligado a Dios. Los ángeles habitan la región externa, experimentan movimiento local y pueden interactuar con el medio físico para participar en procesos naturales.

Finalmente, ya que la tierra es absolutamente pesada, no puede haber otros mundos. Si fuera así, experimentarían un desplazamiento hacia el nuestro, el “lugar natural”.

A manera de conclusión

Ya que la Biblia no habla del mundo natural, hubo, a finales de la Edad Media, una mayor libertad intelectual para investigarlo. Santo Tomás armonizó el modelo cosmológico de Aristóteles a los cánones del cristianismo, y así, se engendró la semilla de la curiosidad por el mundo físico; pero, al mismo tiempo, su preocupación por mantener íntegro el apego a la doctrina de la Iglesia evolucionó, años después, en una fuerte resistencia dogmática a los cambios, culminando en un enfrentamiento en contra de muchos pensadores del Renacimiento y, en particular, de la nueva física descubierta por Galileo, tema que será tratado en el siguiente artículo.

Pueden consultarse estas referencias para mayor detalle de lo expuesto hasta ahora:

  1. From Aristotle to Schrödinger”, 2014, The Curiosity of Physics. Antonis Modinos, Undergraduate Lecture Notes in Physics. Springer Internation Publishing Switzerland 2014 (libro electrónico).
  2. The Ascent Of Man. Jacob Bronowski. BBC Digital. 2011.
  3. Recepción de la física de Aristóteles por Tomás de Aquino. Tesis doctoral. Ana María Carmen Minecan. Facultad de Filosofía. Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 2015.

 

 

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Enrique López Yáñez

Es Físico por la UNAM, Especialista en Ciencias de la Computación por la Fundación A. Rosenblueth y ahí fue profesor de Física y Graficación y Simulación por Computadora. Trabaja en mantenimiento de software y prepara una novela para la Maestría en Literatura y Escritura Creativa en Casa Lamm.

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