El origen del avión

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El origen del avión

El origen de la aviación se remonta al hombre prehistórico, cuando levantó la vista y observó el vuelo de las aves y nació así su deseo de imitarlas. En registros de casi todas las épocas de la historia de la humanidad, incluso en la mitología de varias culturas, el vuelo se encuentra asociado a seres superiores.

El deseo pudo más que todas las limitaciones existentes y así, luego de miles de intentos, la aviación moderna comenzó a dar sus primeros pasos a partir del siglo XVIII, cuando algunos inventores diseñaron globos aerostáticos que lograban elevarse impulsados por aire caliente.

Entrando al siglo XIX se comenzaron a construir los primeros dirigibles capaces de ser conducidos con normas y elementos similares a los de un barco, incluso, a nivel lenguaje de manejo.

Mientras tanto, algunos aventureros comenzaban a experimentar con planeadores que se asemejaban a la estructura de un ave.

Acá es donde nos metemos en los orígenes del avión propiamente dicho y donde se complejiza definir exactamente al pionero ya que, como comentamos antes, hubo muchos proyectos en paralelo, algunos con mayor prensa que otros.

¿El primer avión o los primeros aviones?

La polémica por el origen del avión, como en muchos otros casos, en parte puede ser resuelta por el infinito Leonardo Da Vinci que como siempre, también nos da una mano. El primer diseño de avión del que se tenga registro data de un dibujo de Leonardo en el siglo XV, aunque no existen registros de que este prototipo haya levantado vuelo.

De ahí en más, el primer vuelo exitoso de un objeto, que no era un avión, fue el de Francois de Rozier que junto al marqués de Arlandes volaron con un globo de papel construido por los hermanos Montgolfier en 1783.

Casi cien años después, luego de miles de globos construídos pero ningún avión, se conocen registros del vuelo de un planeador sin motor en 1883 comandado por John Joseph Montgomery. En esa misma época, otros intentos similares fueron realizados por Otto Lilienthal, Percy Pilcher y Octave Chanute.

Pero los planeadores no eran considerados aviones propulsados ni vehículos más pesados que el aire ya que justamente se elevaban a causa de la diferencia de temperatura de las distintas capas de aire.

Mientras tanto, Sir George Cayley sentaba las bases modernas de la aerodinámica, algo imprescindible para entender y diseñar desde el concepto, un avión capaz de remontar vuelo y sostenerlo. Se conocen varios prototipos de ala fija diseñados por Cayley desde 1803, incluso un planeador con capacidad para transportar pasajeros en 1853, pero seguía sin ser una avión.

Desde este punto de partida, a fines del siglo XIX, se producen dos hitos que son considerados como el inicio de la aviación moderna.

El primer avión con todas las letras fue diseñado y creado por el francés Clément Ader, a quien también se le atribuyen grandes avances en las telecomunicaciones y la instalación de la primera línea telefónica en Europa en 1880.

El Éole de Clément Ader es reconocido oficialmente el 9 de octubre de 1890 como el primer avión autopropulsado de la historia en funcionar, luego de aterrizar de un recorrido de 50 metros con despegue incluído. Esta fecha es reconocida oficialmente como el nacimiento de la aviación en Europa. Dos años después, Ader repite la hazaña con el Avión II volando 200 metros.

Mientras tanto en Estados Unidos, los hermanos Wright realizan un despegue tripulado el 17 de diciembre de 1903 que duró 12 segundos con un recorrido de casi 37 metros.

Sin embargo, en Europa el brasileño Alberto Santos Dumont fue el primer hombre en realizar un circuito preestablecido bajo la supervisión de especialistas, periodistas y testigos el 23 de octubre de 1906 logrando trasladarse 60 metros a una altura de 3 metros del suelo en el 14-Bis, en las afueras de Paris.

Este logro lo convirtió en la primera persona en realizar un vuelo en un avión autopropulsado. Todos se preguntarán ¿por qué si los hermanos Wright lo hicieron 3 años antes? En realidad, el prototipo Kitty Hawk de los Wright no podía despegar por sus propios medios y debió ser impulsado por una catapulta hasta fines de 1908, por lo que fue desacreditado su logro ya que el avión no era “totalmente controlado”, sino que dependía de objetos externos aún.

Esto no le quita mérito a los Wright ya que sin su apoyo e incansable experimentación, el avión moderno podría haber tardado muchos años más en desarrollarse.

Lamentablemente, uno de los mayores impulsores del vertiginoso crecimiento del avión moderno fueron las guerras.

Las guerras mundiales, el puntapié para el avión moderno

En pleno auge de la inventiva y la experimentación alrededor del mundo, tiempos conocidos como La Belle Époque en Europa, los avances tecnológicos se conocían a diario y los medios de transporte eran las estrellas de todas las exposiciones que se realizaban en el viejo continente a causa de su poderío para unir grandes distancias en poco tiempo.

Durante esta época aparecen el  primer concepto de hidroavión diseñado por el estadounidense Glen Curtiss en 1911, el “Le Grand”, prototipo diseñado por el ruso Ígor Sikorski en 1912 y el primer cuatrimotor en 1913.

El período oscuro durante la Primera Guerra Mundial dejó un panorama desolador para Europa pero un gran futuro para el avión ya que sus pocos defensores lograron demostrar en pleno combate que estos vehículos suponían una superioridad verdadera al poder traspasar líneas enemigas para espiar sus formaciones así como también fotografías estructuras y casi a finales de la contienda, enfrentarse a objetivos terrestres con pequeñas bombas o combatir contra otros aviones con armas de mano.

Para comprender la magnitud del desarrollo del avión en esta guerra podemos decir que cuando comenzó, los primeros aviones a duras penas llegaban a los 100 kilómetros por hora de velocidad. Con la rendición de las potencias centrales a fines de 1918, los aviones ya lograban velocidades cercanas a los 230 kilómetros por hora y las técnicas de vuelo habían crecido al punto de que en la actualidad se siguen enseñando en las academias de pilotos de combate algunas técnicas creadas en esos tiempos.

El fin de la WWI, lejos de desmotivar a los inventores, los llevó a experimentar aún más sobre el avión. Así es como se generó la inquietud de la limitación que una hélice podía provocar sobre el vehículo aéreo. Se necesitaba cada vez más velocidad y control, por lo que ya en 1930, el ingeniero aeronáutico británico Frank Whittle patenta el primer desarrollo de motor de turbina con compresor centrífugo. Cinco años después, el alemán Hans Von Ohain patenta también sus motores de compresor axial de turbina, el cual realiza su primer vuelo montado en un HE-178 Heinkel el 27 de agosto de 1939 logrando así convertirse en el primer vuelo a reacción de la historia.

Para el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, todas las potencias participantes del conflicto poseían gigantescas divisiones de aviones pilotados, bombarderos y aviones de reconocimiento. Incluso en el período de pre y post guerra nacieron algunas de las fuerzas aéreas más prestigiosas de todos los tiempos como la Fuerza Aérea Israelí (1948) y la de muchos países de medio oriente.

El presente y el futuro del avión moderno

El fin de la WWII dejó un saldo altamente positivo para la aviación y el desarrollo de aviones modernos. Los vuelos comerciales se convirtieron en el método más seguro de transporte debido a su muy bajo porcentaje de accidentes en relación a sus competidores directos, los barcos y los vehículos terrestres, los aviones a reacción reemplazaron casi en su totalidad a la hélice y todo tipo de objetos comenzaron a ser transportados por aire a través de las miles de empresas de correo que utilizan este medio de transporte como el más eficaz.

En la actualidad, y como podemos disfrutar en las notas de la FIDAE que varios colegas de Betazeta nos brindan cada día, los aviones modernos poseen la más alta tecnología. Instrumentos 100% basados en electrónica, control de vuelo automatizado, comunicaciones satelitales e incluso capacidad de reabastecerse de combustible en pleno vuelo han convertido al avión en el sueño de aquellos primeros pioneros que alguna vez pensaron en lograr permanecer eternamente en el aire.

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Daniela Miranda

Daniela Miranda. Licenciatura de Mercadotecnia y Publicidad en la Universidad TecMilenio. Especializada en Contenidos Web.

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