¿Es el Rey Lear, ley real?

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Dos mil años después de las fábulas de Esopo, el dramaturgo inglés de Stratford-upon-Avon escribe una obra cuya moraleja podría ser igual de didáctica que La Liebre y la Tortuga, pero que deja un sabor de boca digno de cierre de temporada de Game of Thrones.

La obra da inicio con el anciano Gloster presentando a su hijo ilegítimo: “y aunque este mozo vino al mundo por la vía del vicio sin que nadie lo llamase, su madre era hermosa, gozamos al engendrarlo y el bastardo debe ser reconocido”.

Éste bastardo es Edmond, quien le hace honor a su título. Bastard es una palabra muy usada en el inglés, que no siempre está relacionada con la legitimidad de la concepción de un individuo, sino con un comportamiento ruin o despreciable. En éste caso, Edmond es el arquetípico bastard; todo lo contrario de Jon Snow que reivindica con su bondad a los hijos fuera del matrimonio en la saga de George Martin.

 

Rey Lear, ley real

Star-Crossed Lovers

 

Edmond planea un ardid para hacerse con el poder pasando por encima del derecho de su hermano Edgar, hijo legítimo de Gloster, sin importarle que a su padre le saquen los ojos (literalmente) en su camino a la gloria. Primero se burla de la superstición de su progenitor para hacerle creer que corre peligro de muerte y consigue el destierro de Edgar. En sus propias palabras:

“La estupidez del mundo es tan superlativa que cuando nos aquejan las desgracias, normalmente producto de nuestros excesos, echamos la culpa al sol, la luna y las estrellas”. Esto es para algunos, una seña de madurez de Shakespeare, puesto que, en su obra previa, Romeo y Julieta, los protagonistas culpan a las estrellas de su fatídico destino. De ahí el término star-crossed lovers.

El bastardo continúa: “prodigiosa escapatoria del putero, achacando su lujuria a las estrellas. Mi padre se entendió con mi madre bajo la cola del Dragón y la Osa Mayor presidió mi nacimiento, de donde resulta que soy duro y lascivo. ¡Bah! Habría salido el mismo si me bastardean mientras luce la estrella más virgen de todo el firmamento”.

El Rey Lear, quien decide abdicar a su poder se ve enredado en su insensatez de la misma manera que Gloster, padre del malvado bastardo. El monarca convoca a sus tres hijas y les pregunta cuál de ellas lo quiere más. Goneril y Regan, hijas mayores, se deshacen en cumplidos mientras que Cordelia, la menor, le dice lacónicamente que lo quiere sólo como se quiere a un padre. Lear, sulfúrico, condena al exilio a la única hija que posteriormente prueba sentir amor auténtico hacia él.

La Organización Mundial de la Salud, contempla el maltrato al adulto mayor como un grave inconveniente social. Las estadísticas son engañosas puesto que la denuncia es escasa o nula. Shakespeare hace patente este problema en la voz de Gloster: “señor, nuestros hijos degeneran tanto que odian a quien los engendra”. El mismo Lear, ya perdida su cordura, menciona: “al nacer, lloramos por haber venido a este gran teatro de locos”.

 

El bufón y el rey Lear.

El bufón y el rey Lear.

 

Dentro del elenco de personajes, el bufón es uno de los más lúcidos. Pone de manifiesto el error del rey al abdicar su corona a favor de sus dos hijas mayores: “Eras muy afortunado, cuando no te importaba su ceño. Pero ahora eres un cero pelado. Yo soy más que tú; soy un bufón; tú no eres nada.”

Éste comentario deprimente bien puede ser simbología de la voz de la conciencia, eterno verdugo del adulto mayor abandonado, que en el exilio de su soledad busca la razón por la cual se encuentra desguarnecido en el mundo. Tan sólo en Estados Unidos, 6 millones de adultos mayores padecen de depresión y una de sus razones documentadas es la falta de soporte emocional y social.

Más allá del alcance de las fábulas, es fácilmente comprobable que la inmoralidad, en sus variantes temporales, conlleva siempre consecuencias perniciosas para la integridad del individuo. Shakespeare insufla en la voz de Edgar, la moraleja de la historia del Rey Lear: “Los dioses son justos y el placer de nuestros vicios lo vuelven instrumento de castigo: el lugar sombrío y vicioso donde te engendró le ha costado los ojos”.

Después continúa con un tono enigmático: “los más viejos fueron los que más penaron; jamás podrá el joven vivir ni ver tanto”.

 

La Boda Roja

La Boda Roja – Game of Thrones

 

Como es de esperarse, Cordelia, la hija benigna, vuelve al rescate del envejecido rey. Para su mala suerte, dando cátedra a George Martin, Shakespeare le depara un trágico final en la escena desgarradora de un padre que pierde su último remanente de cordura al ver morir la esperanza junto a su hija menor. Samuel Johnson, crítico y editor del dramaturgo inglés, conmocionado por la escena, no pudo volver a leer las últimas líneas de la obra en muchos años. Algo así como ver la Boda Roja en la tercer temporada de la serie titulada: Las Aventuras de Tyrion Lannister.

Sólo queda aprender de la moraleja de la tragedia de El Rey Lear y juzgar el amor de nuestros allegados por sus acciones más que por sus palabras. Ni que decir de criar cuervos para perder los ojos.

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Remberto Germinal

Escuinapa, Sinaloa (1987). Profesor de inglés en EMSAD, Colegio de Bachilleres del Estado de Sinaloa, padre de familia y escritor incipiente. Lector, cinéfilo, gamer. Egresado de la Facultad de Estudios Internacionales y Políticas Públicas en la Universidad Autónoma de Sinaloa.

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