En 1845, las casas consistoriales fueron objeto de nuevos arreglos, terminados éstos, se mandaron blanquear. También se tuvo por propósito, el arreglo de algunos muebles del interior, como las bancas de la sala capitular que a fuerza de componerlas una y otra vez, ameritaban se cambiaran por unas nuevas. Lo mismo ocurría con el techo de las casas consistoriales, se encontraban en lamentable estado por las diarias pisadas de los soldados que hacían guardia de la cárcel, además “de la mucha suciedad que hay sobre los techos de estas casas”. Esta suciedad a la que se hacía referencia era que los soldados, cuando hacían su guardia, evacuaban “sus diligencias corporales con perjuicio de los techos, llegando a tal extremo que hasta por los cana-les ha caído los orines”.
Con la ciudad de Monterrey en manos de los invasores norteamericanos, las casas consistoriales sufrieron un desafortunado incendio cuyo origen es incierto, Israel Cavazos afirma que éste ocurrió en septiembre de 1846, “durante el sitio de Monterrey por los invasores norteamericanos”. Si esto fue así, no deja de ser extraño que sea hasta abril de 1847, cuando el “desgraciado suceso del incendio” es mencionado; más aún, durante todo ese mes, la mención del siniestro aparece en cada una de las sesiones cada vez que se pide resolver algún problema sobre la construcción o reparos de las casas consistoriales. ¿Porqué no se hizo alusión al incendio entre diciembre de 1846 y enero de 1847?, Meses en que se reportaron arreglos en una de las piezas de las casas consistoriales el 24 de diciembre de 1846. Tampoco hay mención alguna cuando se mandaron “cerrar las puertas de las piezas sin techar que están al norte de las casas consistoriales” el 25 de enero de 1847.
¿Porqué prestaron mayor atención a reparaciones que sin duda se volvían obras secundarias ante el desastre de las tiendas y calabozo?. Porque el incendio no ocurrió. ¿Acaso este incendio habrá tenido lugar a finales de marzo o principios de abril? Con motivo del incendio, el 10 de abril se señala que se usarían todas las rentas y pensiones a la recomposición de las Casas consistoriales y que “todo el depósito de milicia lo mandó recoger el Gobernador quien dice estará siempre depositado a disposición de la Ciudad”. Dos días después, haciendo cuenta de los daños, se menciona que se había consumido casi la mitad del edificio, en tanto que el resto estaba ocupado con los archivos públicos, no habiendo más dónde acomodarlos. Nuevamente se refiere que “los impuestos y dichos que se cobren sean ingresados al fondo municipal para sus gastos y reposición de las tiendas portales y calabozos que se incendiaron”. Otro testimonio que nos hace pensar que el incendio ocurrió en abril de 1847 y no en septiembre de 1846, es que los arrendatarios afectados, hasta el mes de abril solicitaron una disminución en sus rentas en “razón de haber los portales menos y carecerse de este auxilio en las intemperies de que resultará que de los que pagan piso en los días buenos no lo hagan por esta causa en los de lluvias u otros”.
Ya días antes se había ordenado reparar con la mayor prontitud, “las paredes de las tiendas y portales para librarlos de la intemperie y enseguida se repongan los techos”. El 22 de abril, Martín Peña solicitó un descuento en la renta de su negocio por la disminución de los Portales; también se acordó ese día componer “uno de los calabozos que le falta un pedazo del techo para que pueda estar la Prisión dentro de la Cárcel”. El 26 de abril nuevamente reportan que los portales continuaban destruidos. El regidor del Ayuntamiento Marín Pérez, lamentaba que los fondos no alcanzaran para arreglar “con la prontitud que se desea y que demanda el ornato público la muy necesaria e importante obra de las tiendas y portales que se están trabajando”, menos en ese momento en que las rentas se vieron menguadas a raíz del incendio. Todavía en agosto de 1847, Martín de la Peña patentizaba nuevamente su queja con res-pecto a “una tienda que se halla en la esquina del Norte de los Portales de la Plazuela del Comercio […] y en consecuencia del incendio que sufrió la expresada fábrica, tuve que erogar de mi bolsillo el costo de noventa y siete pesos para la recomposición de dicha tienda”. Hacia febrero de 1848, se procuró el “acopio de madera para los armazones de las tiendas que están debajo de portales y […] techo de las dos piezas que quedan al costado al Norte de las casas consistoriales”.
El efecto de aquél incendio se mantuvo por largo tiempo y fue elemento para referir la razón de un arreglo o una petición; un comerciante mencionaba en abril de 1848 lo siguiente: […] por el incendio acaecido en las casas consistoriales se ve que por estar quemados los portales, he resentido como contratista del cobro del piso de la plazuela bastante perjuicio con la mucha baja que ha sufrido el producto, que espero que ustedes tomándolo en consideración, se servirá moderar la renta en cincuenta pesos que pago cada mes con inclusión de ocho pesos que pago por la tienda que tengo arrendada. Las razones en que fundo mi solicitud son principalmente la carencia de los portales a causa del incendio. El último registro que hace mención del desastre es del 20 de agosto de 1848, fecha en que se procuró destinar el dinero del derecho de alcabalas a la compra de los materiales necesarios para “que con ellos se repusiese en parte la fábrica material de las casas consistoriales casi arruinadas por el horro[ro]so incendio que pocos días antes sufrieron”. ¿Otro incendio en 1848? Sin duda existiría más información al respecto ¿Acaso se refiere al incendio de 1847?.
No hay datos precisos de la zona quemada, sólo que las tiendas de los portales se quemaron, y en ese entonces, existían portales al Poniente y al Norte, acaso un dato que nos ubique un poco sea el que además de las tiendas de los portales también se incendiaron los calabozos y éstos, se encontraban al Norte. Un documento gráfico elaborado el 1 de noviembre de 1846, y que da cuenta del Palacio Municipal antes del incendio de 1847, es la litografía Monterey, As Seen from a Housetop in the Main Plaza, del capitán Daniel Powers Whiting; Lo primero que se observa es que no hay indicios de incendio alguno. Bien pudiera no ser observable porque sucedió al Norte y poniente, áreas no visibles de la litografía. El edificio no está a paño de la antigua tienda del Santísimo, la banqueta que se encuentra frente al Palacio Municipal muestra la diferencia entre uno y otro. Obsérvese el muro que corre por el Sur, no hay construcción alguna en ese lado, sólo una barda que delimita el espacio de la calle con el patio interno del edificio municipal, es importante recordarlo porque más adelante. Imágenes de años posteriores revelarán ese mismo muro en tanto que la fachada del edificio ha cambiado, siendo visibles los siete arcos que hoy conocemos. Este muro Sur es importante porque define la ubicación del edificio de 1846 con respecto al inmueble actual.
Al poniente, algunas construcciones dividen lo público de lo privado, es decir, la plaza del Mercado y el patio municipal. Ahí estaban los portales que se quemaron junto con los espacios del Norte, hay una vista de Monterrey que si bien no refleja la realidad arquitectónica de la ciudad, sí al menos define el espacio de la dicha plaza y el edificio municipal, es la View of Monterrey from the heights south of the city, dibujada porStephen G. Hill, del 1er. regimiento de voluntarios de Ohio en 1846. Es el único documento gráfico donde se observan los portales del poniente. En el muro Norte, sitio donde se ubicaba la plazuela de los Cajones, justo atrás de la antigua tienda del Santísimo, está delineado otro alto muro que corre de oriente a poniente (como el muro Sur) cerrando el espacio del patio y el muro de la cárcel. Para este año, y es muy probable que desde el periodo de gobierno de Simón de Herrera y Leyva, el espacio de las casas consistoriales estuviera definido con respecto a la plaza del Mercado.
Si anteriormente dicha plaza estuvo retraída hacia las casas consistoriales debió ser antes del ascenso del mencionado gobernador. La ubicación que hemos ofrecido del Palacio Municipal hacia 1846 ha tomado como base, la litografía levantada en ese año, y los tres testigos arquitectónicos que aluden al inmueble anterior a su transformación en 1851. El primer testigo es el muro que se encuentra en la planta baja del lado Norte del edificio, bajo el corredor de los portales, casi llegando al centro del inmueble, el muro hace una escuadra que muestra los alcances del edificio anterior. Justo arriba de éste, en la planta alta del corredor Norte se nota dicho desfase en la línea del muro, creando un ángulo de aproximadamente 30 grados, también es posible observarlo en el interior de la sala conocida como Corregidora. El tercer testigo arquitectónico se encuentra al Sur del edificio. Exactamente en el corredor Sur de la planta alta, la línea del muro crea un desfase creando un ángulo de aproximadamente 30 grados, es posible observar este desajuste al interior de la sala llamada Hidalgo. Es importante considerar es-tos elementos arquitectónicos pues son los puntos de unión al momento de definirse la construcción de los portales del Norte y Sur para unirlos con el Oriente y Poniente que ya estaban levantados.
*El presente texto se rescata del Tomo I: Monterrey Origen y Destino (2009). Donde participaron:José Antonio Olvera en la Coordinación General. Eduardo Cázares, como Coordinador Ejecutivo y Ernesto Castillo como Coordinador Editorial.
El link hacia el texto completo se encuentra en: https://issuu.com/monterrey/docs/tomo_1portadas