El futuro está en el lenguaje, no en la Nube

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Los sistemas informáticos en la Nube están más propensos a ser atacados por malware, troyanos, ransomware u otros tipos de virus maliciosos.

Antes de continuar, quiero hacer énfasis en lo siguiente: no es mi intención explicar qué es la Nube, sino las implicaciones que su uso tiene en el comportamiento de la vida moderna (desde un uso común como el que hace una persona con un móvil hasta sistemas sofisticados en donde el almacenamiento de datos es casi infinito, y en el cual las transacciones financieras funcionan a cada segundo).

Dicho lo anterior, primero hay que tener en cuenta la capacidad de adaptación que tenemos los seres humanos para apropiarnos de nuevas tecnologías y hacerlas parte de nuestra vida cotidiana, siendo cada vez más un hecho que una innovación.

Como tal, no debemos dejar a un lado que la tecnología por sí sola es un instrumento para la racionalización y la mejora de las actividades humanas. Por lo tanto, los sistemas informáticos más avanzados incluyen toda nuestra base de datos en la Nube, cada clic generado en un sitio web, alguna interacción hecha en redes sociales, algún ingreso de datos personales a través de un formulario, si se genera una interacción bancaria, incluso la descarga de una app a través del móvil, todo eso ya genera un registro que se condensa en la Nube, en la gran masa informativa.

Lo anterior, de manera ética no tiene precedente ni similar salvo las bibliotecas. Para hacer la analogía, una “biblioteca” es un registro de datos si lo vemos como un hecho frío, donde palabras que contienen significados y mensajes se acumulan en el gran corpus de la información. Dicho sea al paso, conviene mencionar en este artículo a Jorge Luis Borges, quien fue un visionario que, al modo de Philip K. Dick en la novela ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, imaginó un mundo alternativo en los cuentos “Tlon Uqbar Orbis Tertius” y “La Biblioteca de Babel”.

Es, precisamente, en este último cuento en donde el escritor argentino hace una descripción –adelantada, sí, a lo que hoy son los sistemas informáticos. Cito: “El universo (que otros llaman Biblioteca) se compone de un número indefinido, y tal vez infinito, de galerías hexagonales.”¹

La red, mejor conocido como internet, se compone de vastos territorios no físicos en los que la expansión de la realidad es virtual y el almacenamiento de información es infinito. Es así, pues, que no de la misma forma hexagonal que Borges idealizó sino a través de un macrocosmos, equivalente quizá al universo. En este sentido, si pensamos en cómo la vida humana será en el 2070, nuestra mente tal vez no lo imagina; sin embargo, aventurémonos a pensar en lo siguiente: el gran reto será detener el tiempo. ¿Será posible? Es posible y lo hemos hecho, incluso cada día. Viajamos a través del tiempo cuando caminamos, corremos, andamos en auto, etc. Al fotografiar algo, detenemos todo, los relojes, nuestra física, todo lo visible; no obstante, parar el tiempo es relacionarse con instancias mayores. Que no cuente, que no circule, que no compute. De eso se trata Él, porque el tiempo es energía, es Dios, es ser. De lo contrario, hay una paradoja: del reto que hablaba hace un momento,  no es posible salvo que se construya una máquina, nave o dispositivo que desarrolle la velocidad de 299.792 mil kilómetros por segundo, según lo establecido por Albert Einstein,  para viajar o detener el tiempo.

Sigamos imaginando…

Es la Nube, por lo tanto, un sistema de almacenaje de información que en algún momento determinado será obsoleto. Habrá otras invenciones… incluso el lenguaje será económico. De hecho, actualmente lo está siendo con las abstracciones conscientes que los usuarios de WhatsApp hacemos. Por ejemplo, en vez de escribir “Nos vemos a las diez p.m. en casa del pintor. Llevaremos vino, pan y queso filadelfia”, abreviamos lo siguiente:

10????????????????. Llevaremos ????????????

El primer mensaje contiene 85 caracteres y el segundo 20. Incluso, se puede reducir aún más. El objetivo final de escribir es siempre comunicar algo de manera gráfica o textual; no obstante, ¿adónde nos llevará esto?, ¿a simplificar las formas de comunicación? , ¿a ser más eficaces reduciendo nuestro tiempo? Pienso que esto es relativo y al generalizarlo incurriría en el error.  Ciertamente, es común que tal situación ya suceda en ámbitos laborales y profesionales, donde, en efecto –y a pesar de tener herramientas tecnológicas para hacer comunicación efectiva-, no logramos hacerlo de manera correcta, surgen malentendidos, fallas por una lectura de los mensajes errónea, y hasta no saber usar el lenguaje escrito al redactarlo con una ortografía y gramática cada vez más chambona.

¿Adónde vamos a llegar? ¿A usar un lenguaje más proclive a la reducción de fonemas? ¿A todo ponerlo en la Nube y estar en la nube todo el tiempo?

Necesitamos como humanos pensar más que en la forma, en el fondo, así seremos más capaces, menos efímeros y con un mayor grado de sensatez al desarrollar una labor. En suma, al hacer un mejor uso de la información, ya sea en la Nube, en el tiempo o en la vida misma.

Referencia bibliográfica

¹ Borges, Jorge Luis. “La Biblioteca de Babel”, Ficciones. Ed. Alianza, 1944, Madrid, Tercera reimpresión: 1999, pág. 86

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About Author

Luis Estrella

Luis Estrella (Ciudad Mante, Tamps). Es escritor y poeta, licenciado en Letras Hispánicas por la UANL. Figura en el libro de cuentos Calidoscopio (2005), publicado por la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL, con el cuento “La muerte de Emilio”. En poesía con La vida que pasa (Diáfora, 2013). Ha publicado las novelas Después de la niebla (Nómada, 2015) y Los 70´s después de Cristo (Resolana, 2016). Trabaja en su tercera novela. Ha colaborado en diversas revistas y periódicos, así como en diversos proyectos culturales que difunden la lectura; fundó la revista literaria La Llave (2014-2015). En la actualidad escribe para las revistas Diario Cultura, SubUrbano y Merca 2.0. Labora en Playful, una agencia consultora de business innovation como Copywriter creativo.

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