Rolando Villazón, un gran tenor entregado al arte

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“La música clásica abre puertas en el interior de uno mismo, te permite ingresar a un mundo subjetivo, te permite entrar en esta sensación del tiempo suspendido, y es una sensación maravillosa”

 

Foto: © Monika Hoefler

Con una voz privilegiada, potente y capaz de conmover, el tenor mexicano Rolando Villazón, ha conquistado los teatros y las salas de conciertos alrededor del mundo. Su talento fue reconocido en 1999 al ganar tres galardones en el concurso “Operalia”, fundado por Plácido Domingo, y tras el cual iniciaría en Europa una exitosa carrera participando en óperas como Manon de Massenet, La traviata y Macbeth de Verdi, hasta llegar a los roles principales de producciones como Romeo y Julieta de Gounod, L’elisir d’amore de Donizetti o Don Carlo de Verdi, e incluso a protagonizar un largometraje de La bohème de Puccini, dirigido por el director nominado al Oscar, Robert Dornhelm. Su voz ha sido igualmente aclamada en conciertos, algunos de ellos junto a personalidades como Plácido Domingo, Anna Netrebko y Thomas Hampson. Así mismo, ha generado una amplia discografía de best sellers, entre la que destacan los premiados Italian Opera Arias (2004), Gounod & Massenet Arias (2005), Duets (2007), ¡México! (2010), y su más reciente grabación, Duets with Ildar Abdrazakov (2017), por citar solo algunos.

Su creatividad y dinamismo le han permitido desarrollarse también en otras áreas, ya que debutó como director de escena en 2011 con Werther de Massenet, a la que le han seguido otras grandes producciones; ha escrito las novelas “Malabares” (2013) y “Lebenskünstler” (2017); participa activamente en programas culturales de radio y televisión, entre los que sobresalen su propia serie “Stars von morgen” así como emisiones para la BBC y ZDF; además de desempeñarse también en su rol de payaso como embajador de la organización benéfica Red Noses Clown Doctors International.

Entre los numerosos reconocimientos que ha recibido a lo largo de su trayectoria, se encuentra el nombramiento como Chévalier de l’Ordre des Arts et des Lettres, una importante distinción en el campo de las artes y la literatura en Francia.

—¿Cómo descubriste que querías dedicarte a cantar?
—Encontrar la vocación del canto es, creo que para todos, un largo proceso, y yo tenía muchas ganas de estar en el escenario. Durante algún tiempo pensé que iba a ser actor, por ahí acabé también haciendo audiciones para ver si entraba a un grupo que se llama Timbiriche, y bueno, me habían invitado para una segunda serie de audiciones para ese mismo grupo, y ahí decidí no regresar a esas audiciones porque supe que no era eso lo que yo quería hacer, artísticamente hablando y, un barítono, cantante de ópera, Arturo Nieto, me escuchó cantar en el Colegio Cristóbal Colón, donde estaba yo interpretando algo durante uno de los festivales de la escuela, y me dijo que podría ser cantante de ópera, esa fue la primera vez que alguien me habló de esa posibilidad, y tomé clases con él, me empecé a interesar en el género, luego lo dejé un poco porque estaba en la preparatoria y estaba digamos que, en la transición de la adolescencia y la juventud, y finalmente cuando tuve que decidir que es lo que iba a hacer como carrera, decidí inscribirme en el Conservatorio Nacional de Música, y una vez iniciado el trabajo en esta institución descubrí que esto era efectivamente lo que quería hacer.

—¿Qué ópera te enamoró por primera vez?
—Hay dos óperas importantes, la primera es Tosca, que vi en el Palacio de Bellas Artes, y para la cual me preparé escuchando grabaciones, y también fue la primera aria que escuché de Plácido Domingo, había escuchado sus canciones, digamos de crossover, y la primera aria que escuché con Plácido Domingo fue “E Lucevan Le Stelle” y quedé absolutamente hipnotizado de esta interpretación y de esta música, y cuando se presentó en México con Luis Lima cantando Cavaradossi, fui a verlo y bueno, quedé enamorado de la ópera. Después empezaron a venir otras. La primera ópera que canté fue El Rey Pastor de Mozart, en el Conservatorio Nacional de Música, con el taller de ópera del maestro Enrique Jaso, así que esa ópera también ocupa un lugar en mi corazón por haber sido la primera que canté.

—¿Cuál consideras que es el mayor valor que la música clásica deja en quien la escucha?
—Yo no sé si hay un valor que deja la música clásica, lo que sí sé, es que abre puertas en el interior de uno mismo, te permite ingresar a un mundo subjetivo, te permite entrar en esta sensación del tiempo suspendido, y es una sensación maravillosa, porque de verdad, es como entrar en una burbuja donde conectas tus propias emociones que no necesitan una descripción con palabras, con el lenguaje universal de la música, y el lenguaje de la música clásica es un lenguaje musical muy rico, muy amplio, de muchos matices y de muchas posibilidades, lo cual permite tocar diferentes lugares interiores de ti mismo como público, y bueno, como intérprete es diferente, pero aquí estoy hablando como cuando uno escucha la música clásica, y creo que eso es lo más importante, o sea, lo digo de nuevo, pero es entrar en la suspensión del tiempo que permite conectar las emociones sin necesidad de describirlas con palabras, y la comprensión, la comprensión de las emociones que no necesitan una explicación con palabras.

Foto: © Dario Acosta/ Deutsche Grammophon

—Enorgulleces a México con tu trabajo en el extranjero. ¿Cómo fue para ti la internacionalización? ¿Qué retos y satisfacciones encontraste en el camino?
—Lo primero fue decidir salir de México para hacer una carrera internacional, sabiendo que las posibilidades en México son limitadas y que si quería vivir de la ópera, no estoy hablando de hacer una carrera como la que afortunadamente he logrado hacer, simplemente vivir de la ópera, lo mejor era irse a Europa. Pero un primer paso fue irme a un programa de jóvenes artistas en los Estados Unidos, encontrar un agente, que siempre es una gran dificultad para un joven cantante y que yo tuve la fortuna de encontrarlo en los Estados Unidos, y luego, tomar la decisión de quedarme como joven artista en San Francisco o empezar mi carrera. Tenía una invitación para hacer un segundo elenco de Manon de Massenet en Génova, que fue lo que finalmente acepté, y esperar que las oportunidades fueran cayendo, y así fueron cayendo los contratos de poco a poco. Retos, bueno, muchas audiciones en las que no me aceptaron, aprender también a adaptarse a las nuevas culturas, a los nuevos idiomas, a las exigencias de la vida profesional, a un nivel pues, muy alto, que es como debe de ser. Y bueno, las satisfacciones, son tantas que me tardaría mucho en enumerarlas, pero es una carrera que me sigue dando enormes satisfacciones, y la más grande es la oportunidad de permanecer en contacto con el público a través de la música y en contacto con la música y con los compositores.

—Siendo un artista multidisciplinario, ¿qué despierta tu ímpetu por el trabajo creativo?
—Una necesidad que no sé bien cómo explicarla, pero yo creo que es una manera de conectar o de dar orden al absurdo de la realidad, el absurdo de la realidad como la entendía Albert Camus, y en el momento en que puedo entregarme a una actividad creativa como es la literatura, como es la dirección de escena, se abre otro terreno de contacto para mí, diferente al del intérprete, el trabajo del intérprete te vuelve un canal, te vuelves un puente, un punto de contacto con el público y la obra, el trabajo creativo tiene una implicación de otra manera, donde la imaginación se aplica de una forma más explosiva quizá, donde hay que descubrir absolutamente todo y hay que darle forma a todo y bueno, después mis otras actividades, la actividad que tengo como payaso, como embajador de los Red Noses, es de hecho la combinación de creatividad, del ser creativo y del ser intérprete, ningún otro personaje combina esta presencia y este dinamismo como el payaso, y bueno, después tengo como presentador, que al final de cuentas es arrojar luz en algo que amo, que es la música y el arte.

—¿Qué tal ha sido tu experiencia como autor de las novelas que has publicado?
—Maravillosa. Me tardo mucho en escribir, en encontrar el tiempo para dedicarme completamente a escribir un párrafo, en encontrar el valor, y hasta podría decirse, la insolencia, de decidir poner estos pensamientos, estas frases, estas ficciones en el papel, y todo salió simplemente por el placer de hacerlo para mí mismo, y bueno, al final por una serie de circunstancias terminó publicándose mi primera novela, digo, yo iba a continuar escribiendo por el gusto que me dio haber escrito la primera, pero bueno, ahora saber que se pueden publicar además, me hace muy feliz, y lo hago con mucho gusto, y aquí estoy escribiendo, finalizando ya la tercera.

—El payaso es una figura que también destaca en tu carrera, no solo se refleja en tu novela “Malabares”, sino que además es un rol que manejas para visitar principalmente hospitales. ¿Qué representa para ti?
—El payaso triunfa siempre en medio del caos, y al final de cuentas lo que hay es caos, la humanidad ha inventado estructuras para soportar el caos, para entender, y para entender una vía por la cual caminar; cuando esas estructuras se derrumban, la humanidad se desespera, y las estructuras se derrumban a cada rato. El payaso no entiende de estructuras, entiende de caos, el payaso habita en el caos y construye a partir del caos, así que como para el payaso arriba y abajo es lo mismo y un cuadrado o un circulo, él se va a adaptar a esas circunstancias o a esas figuras, logra entender mejor que nosotros la realidad a la que hemos sido arrojados, el payaso triunfa siempre, el payaso es un espejo de nuestras emociones, el payaso enseña a no desesperar, el payaso además de reír hace también soñar, es una figura muy poética.

—Colaboras en programas de radio y televisión que fomentan el arte y la cultura, ¿qué te gustaría que estas aportaciones dejaran en el público?
—Curiosidad, el deseo de ir a los teatros, a las salas de conciertos, y ver y sentir y escuchar en vivo lo que es un concierto de música clásica, lo que es una función de ópera, porque por más que se haga en el cine, por más que se haga en televisión, y haya DVD y grabaciones en Youtube, de todas estas formas artísticas, solo hay una manera de experimentarla completamente, en vida, de sentirla en la piel, de sentir como se inyecta y como te penetra y es cuando estás en el teatro, y cuando estás en la sala de concierto, y entonces descubre uno todo el poder y toda la fuerza y toda la maravilla que esta forma artística tiene para dar.

Foto: © ITV Rex

—Recientemente has sido nombrado director artístico de la Semana de Mozart en Salzburgo, ¿qué te inspira de Mozart?
—Todo me inspira Mozart, el genio de Mozart, su capacidad de conectar con la gente; es el compositor más amado en la historia de la música, y con razón, porque fue un compositor que vivió entre la gente, que escribió para los artistas, conocía a cada artista por su nombre, que tocó música con ellos, que dirigió las orquestas, que compuso para los cantantes y que adaptó la música para cada una de las voces a las que componía, que vivió una vida muy difícil, que luchó por ser libre, independiente, en tiempos donde no era algo evidente hacer esto, que es un hombre de la ilustración, y porque tiene un humor maravilloso. En Mozart habita un filósofo y un payaso, de la manera más seria de ambos, y dan vida al genio más grande que ha dado la música y a las obras más importantes que se han compuesto. Así que es un gran reto y una gran responsabilidad y una enorme alegría, ser el director artístico de este festival, el más hermoso festival, el más importante dedicado a Mozart, y hacer esto durante los próximos cinco años es algo que me llena de entusiasmo.

—Tras la exitosa carrera que has forjado, ¿cuál sería un sueño dorado por cumplir?
—El sueño dorado lo estoy viviendo, no hay ningún sueño dorado por cumplir, el sueño dorado es esta vida que tengo, con todas sus alegrías, con todas sus dificultades, con todas sus muchas satisfacciones, y me siento muy dichoso con la familia que tengo, mis dos hijos maravillosos y mi esposa Lucía, compañera de toda la vida, con los amigos que tengo y con todas las aventuras artísticas de las que tengo la oportunidad de ser parte.

Es de esta manera que Rolando Villazón se compromete con el arte. Su calidad vocal e interpretativa, además de su carismática personalidad, lo han colocado como un gran favorito de la ópera, y es a través de la imaginación, la creatividad y el entusiasmo, que nos invita a abrir la puerta hacia ese tiempo suspendido, a despertar la curiosidad por la maravilla que ofrece la música clásica y a sentir, sin olvidar reír y soñar como el payaso.

Más información en: rolandovillazon.com y redes sociales oficiales.

Fotografías: Cortesía CSAM.

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Wendy Vidales

Licenciada en Relaciones Internacionales. Narradora e investigadora. Diplomada en Artes Plásticas, Historia del Arte y Literatura.

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